ECOGRAFÍA OBSTÉTRICA

ECOGRAFÍA OBSTÉTRICA

martes, 20 de septiembre de 2016

¿EN QUE CONSISTE LA ENFERMEDAD INFLAMATORIA PÉLVICA?




La enfermedad inflamatoria pélvica (EIP) es una inflamación inducida por una infección polimicrobiana (varios tipos de gérmenes distintos) que involucra al tracto genital superior femenino, incluyendo el endometrio, las trompas de Falopio, los ovarios y el peritoneo. Afecta principalmente a mujeres jóvenes sexualmente activas.
 La EIP supone una enorme preocupación porque que puede ser causa de complicaciones tales como infertilidad, embarazo ectópico y dolor pélvico crónico. Pero el problema es que estas  situaciones pueden suceder igualmente, a pesar de  obtener una respuesta clínica a la terapia antimicrobiana. De modo que el resultado a largo plazo del tratamiento sigue siendo peor de lo esperado y las complicaciones reproductivas siguen existiendo. 

Desde el punto de vista epidemiológico, los informes indican que hay más de 750.000 casos de EIP comunicados anualmente en los Estados Unidos, predominantemente en mujeres de 15 a 29 años de edad. 
Se estima que el 4% de las mujeres en los EE.UU. habrá tenido en algún momento en su vida EIP y 1 de cada 8 mujeres con una historia de EIP, habrían tenido dificultad para quedarse embarazadas.
Sin embargo, la verdadera incidencia de la enfermedad es difícil de estimar con precisión, si tenemos en cuenta que con frecuencia no presenta muchos síntomas, siendo incluso  asintomática en muchas ocasiones, de modo que el diagnóstico definitivo puede ser difícil de obtener. 
Los datos publicados sugieren que se está produciendo en general, una disminución de las tasas de EIP en USA, probablemente debido al aumento de la detección y tratamiento de la gonorrea e infección por clamidias
A pesar de la tendencia, la EIP sigue siendo una infección frecuente e importante que se produce entre mujeres en edad reproductiva y que conduce a incapacidad reproductiva. 

Los factores de riesgo de la EIP son aquellos que están asociados con enfermedades de transmisión sexual (ETS), incluyendo la edad (más jóvenes), el tener nuevas o múltiples parejas, antecedentes de enfermedades de transmisión sexual o EIP y el uso deficiente del preservativo. La ducha vaginal contribuye a los cambios de la flora vaginal, a daños epiteliales y a la alteración de la barrera mucosa cervical, por lo que es también un factor de riesgo para la EIP. Hay un discreto pero informado aumento de riesgo de EIP asociado al dispositivo intrauterino (DIU), sobre todo durante las tres primeras semanas después de la inserción del mismo, pero este riesgo se puede reducir mediante el cribado y el tratamiento de enfermedades de transmisión sexual antes de la colocación.

En un trabajo publicado este año en el Sexually Transmitted Infections del British Medical Journal se presentó este estudio prospectivo titulado:

 ¿Qué mujeres jóvenes sexualmente activas están en mayor riesgo de enfermedad inflamatoria pélvica?


Según este estudio, la enfermedad inflamatoria pélvica (EIP) es común, a menudo asintomática, y puede causar infertilidad tubárica, embarazo ectópico y dolor pélvico crónico. Parece ser que las bacterias Chlamydia tracomatis y Neisseria gonorrhoeae pueden causar del  25-30%  de los casos. Del 1 al 2% de la EPI en el Reino Unido podría deberse al Micoplasma genital, pero hasta en el 70% de los casos de EPI no hay gérmenes patógenos encontrados.

Durante los 2004 a 2006, 2529 estudiantes fueron reclutadas de 20 universidades y distintos centros de educación de Londres. (Los centros de educación tienen estudiantes a partir de 16 años e imparten materias profesionales, tales como peluquería, así como A-levels y cursos de preparación para acceso a la universidad. Los cursos son por lo general gratuitos para los menores de 19 años). Las estudiantes fueron invitadas a participar si tenían edades igual o inferior a 27 años, sexo femenino, con experiencia sexual, no embarazadas y que no habían sido sometidas a test para detección de C. trachomatis en los tres meses anteriores. Se les pidió que rellenaran un cuestionario y que proporcionaran dos muestras vaginales tomadas por ellas mismas. Luego fueron evaluadas para M. genitalium y N. gonorrhoeae. El seguimiento del estudio duró 12 meses.

El tamaño de la muestra inicial para este estudio se vio reducido, ya que se estaba buscando el desarrollo de EIP, para el cual el cambio de pareja sexual puede ser un importante factor de riesgo de comportamiento, por ello se restringió el análisis a las mujeres reclutadas en 2004 (79%) y que respondieron a la pregunta sobre con cuántos hombres habían tenido relaciones sexuales durante los 12 meses de seguimiento. 

Los factores de riesgo evaluados fueron: 
edad inferior a 20 años, raza negra, tabaquismo, si habían sido reclutadas en una universidad o en un centro de formación continuada, la primera relación sexual antes de los 16 años, dos o más parejas al año al inicio o durante los 12 meses de seguimiento, nueva pareja durante el seguimiento, infección por C. trachomatis, M. genitalium o N. gonorrhoeae, síntomas de flujo vaginal anormal, dolor pélvico, sangrado intermenstrual o dispareunia en los seis meses anteriores al inicio del estudio.

A la luz de los resultados obtenidos, el factor de riesgo más importante para la EPI fue la infección por C. trachomatis en el estudio basal, lo que aumenta el riesgo en casi seis veces. Después de ésto, los predictores independientes de EPI fueron múltiples o nuevas parejas sexuales, tener una edad menor de 20 años, que asisten a un centro de educación superior en lugar de una universidad y síntomas de flujo vaginal o dolor pélvico al inicio del estudio.

La principal limitación de este estudio es que el diagnóstico clínico de EIP carece de sensibilidad y especificidad. Esto significa que es probable que se hayan perdido algunos casos de EIP y también que se diagnosticaron como positivos para la enfermedad a algunas mujeres que  realmente no la tenían. 
Tan sólo 32 casos de EIP fueron diagnosticados durante el seguimiento, el análisis multivariante no se consideró apropiado. En consecuencia, no podemos determinar si los factores identificados como asociados a EIP son independientes entre sí.

En comparación con otros estudios realizados previamente, el hecho de tener un mayor número de parejas sexuales y a edades más tempranas se asocia con EIP en mayor medida. También se encontró una relación significativamente superior con EIP, en mujeres reclutadas en centros educativos no universitarios, en comparación con las reclutadas en universidades. Este hallazgo puede reflejar una condición socioeconómica más baja, y también una alta proporción de adolescentes sexualmente activas, de raza negra, reclutadas en los centros de educación. En contraste con otros informes, no se observó que el tabaquismo se asociara con EIP.
Puede ser además, que el M. genitalium esté asociado a un menor número de síntomas clínicos si se compara con  los producidos por la C. trachomatis y  por lo tanto, más probabilidades de causar EIP silente.
La trascendencia de estos hallazgos tienen implicaciones tanto para la educación sanitaria, como para los programas de cribado. Los centros de educación podrían considerar la inclusión de la educación sexual como una parte obligatoria del plan de estudios. 
Estos hallazgos deberían alentar a las mujeres más jóvenes y expuestas al riesgo de EIP, a ser más conscientes de su salud sexual, practicar el sexo de forma segura y hacerse la prueba de infección por clamidias después de cada cambio de pareja sexual.